LOS ANGELES (EFE).- Tan fácil como comprar una lata de gaseosa, pero con receta médica. Así de sencillo es desde ayer para los californianos la adquisición de marihuana, con fines terapéuticos, a través de máquinas expendedoras.
Los distribuidores tienen una estructura familiar: teclas para elegir la mercancía deseada, una ranura para introducir el importe y un espacio para retirar el producto. Pero en esta ocasión, el interior es lo que cuenta.
Una vez que el paciente posee su fórmula médica, obtenida de forma legal, registra sus huellas dactilares, se lo fotografía y luego se le entrega una tarjeta prepaga para usar las máquinas expendedoras.
Según explicó Vince Mehdizadeh, dueño del Centro de Nutrición de Hierbas de Los Angeles, donde se instalaron dos máquinas, este servicio permite a los pacientes comprar provisiones adicionales cuando lo necesiten.
Y añadió que el sistema es controlado y seguro porque cuando la persona vaya por su dosis, «primero la saludará un guardia, luego introducirá la tarjeta, que tendrá el importe exacto y no un extra, y finalmente la máquina le pedirá verificar sus huellas».
Según Geoff Dulebohn, especialista del mismo centro, el uso de estas máquinas simplifica la adquisición de la mercancía. Y en el futuro se las podría usar para adquirir productos que ahora sólo se consiguen en las farmacias, como el Viagra.
En la calle, mientras tanto, ya se las conoce por su acrónimo: AVM (anytime vending machines, que significa «máquinas que venden en cualquier momento») y oficialmente nadie se alarmó por la medida.
Javier Simón, miembro del Instituto Nacional de la Salud, consideró «acertada» la práctica californiana. «Los pacientes de enfermedades como el cáncer sufren mucho y la marihuana será un alivio para ellos», dijo.
Si bien 11 estados en Estados Unidos permiten el uso medicinal de la marihuana, para aliviar el dolor, su empleo es prohibido según la ley y el gobierno federal no reconoce la aplicación medicinal de esta droga.
Fuente: lanacionexterior